Para mañana, votar

VotarParaManana

Votar para mañana. Esa es la tarea.

Para que no vuelvan las exclusiones. Para que quienes nos dirijan los próximos años sean los mejores, o quizá los menos malos. Para que todo lo que se ha conseguido para la mayoría de la población no desaparezca en las redes de la macroeconomía. Para que a quienes manejan los hilos les cueste cada vez un poquito más manejarlos. Para que no nos creamos más los enemigos que inventan para nosotros. Para comprender que esto no es una guerra, sino que se trata de vivir en paz. Para que cuando nos vendan caridad disfrazada de buenas intenciones, sepamos pedir la justa aportación que se trata de esconder. Para que podamos seguir hablándonos sin que nos lo impida nadie simplemente porque no le gusten los interlocutores. Para que los servicios comunes sigan siendo de lo mejorcito del mundo mundial, a pesar de los esfuerzos de quienes solo buscan enriquecimiento personal. Para que el privilegio de la violencia se ejerza cada vez menos, y mejor nunca. Para que desaparezcan las discriminaciones. Para que las instituciones públicas cuenten con recursos suficientes para toda la ciudadanía. Para que nuestras riquezas se redistribuyan de forma eficiente y eficaz. Para que las iniciativas privadas sean compatibles con el bien común. Para que dejemos de clasificar la vida común en nosotros, vosotros y ellos. En fin… para que todo vaya mejor. Para que el sistema siga mejorando. O para cambiarlo cuando sea mejor opción.

Por todo eso, hay que ir a votar mañana domingo. Y todas las veces que el sistema lo requiera. Es lo mínimo que cada persona con el inmenso privilegio de contar con ese derecho puede hacer. Hasta hace pocos años ni siquiera se podía hacer ese gesto tan sencillo. Cuando yo era un crío mi madre no podía hacer ni poseer nada sin el consentimiento expreso de mi padre. Hasta mi adolescencia los hombres teníamos todos los privilegios del mundo, y las mujeres ninguno. Y hay quienes pretenden volver a eso. Y, sinceramente, preferiría que eso no ocurriera. Vivimos en el mejor de los mundos posibles, y me gustaría que siguiera siendo así. Sin retroceder. Siempre hacia delante. Siempre procurando mejorar la convivencia. Sin prisa, pero sin pausa. Hay cosas mejorables inmediatamente, y las hay que necesitarán el esfuerzo de varias generaciones. Creo que si quienes gobiernen no tienen todo esto claro, mal iremos.

Y por eso, votar no es lo único. Podemos quedarnos en ir a votar -es lo mínimo. Menos, no vale-, o implicarnos más, cada cual en su nivel, a la medida de sus deseos, de sus posibilidades. No hace falta llegar a la jefatura del estado. En nuestro entorno cercano hay miles de cosas por mejorar. Siempre cooperando, comprendiendo los errores de los demás, e intentando arreglar lo que estropeemos. Todo el mundo tiene algo que ofrecer a sus vecinos, a su grupo, a su comunidad, a su entorno, a su país. Solo hay que querer, y ponerse a ello…

Votar.

Y dos huevos duros…